Sentirse constantemente cansado: una señal de alerta en tiempos de hiperproductividad
En un mundo que aplaude el rendimiento constante, la psicoterapeuta Heather Darwall-Smith propone un enfoque más amable para comprender la fatiga: escuchar al cuerpo, respetar sus ritmos y dejar de ver la energía como un recurso que se agota sin remedio.
Sentirse agotado todo el tiempo ya no es una excepción, sino una queja recurrente entre quienes navegan en jornadas laborales interminables, notificaciones constantes y una cultura que premia estar “siempre disponibles”. Pero, ¿y si el cansancio no fuera solo una consecuencia inevitable del ritmo moderno, sino también una oportunidad para repensar nuestra relación con la energía?
Heather Darwall-Smith, psicoterapeuta especializada en sueño y consultada por la revista Psychologies UK, sugiere abandonar la noción de que la energía es un bien finito que se consume hasta vaciarse. En cambio, propone verla como un ciclo natural que fluye, íntimamente conectado con los ritmos fisiológicos del cuerpo.
“Pensar en la energía como algo que se agota nos deja en un terreno de colapso y desgaste”, advierte.
un enfoque que respeta los ritmos del cuerpo
Para Darwall-Smith, entender que la energía fluctúa a lo largo del día —con momentos de mayor y menor rendimiento— permite alinearse con el cuerpo en lugar de luchar contra él. Identificar esos vaivenes y adaptar las rutinas diarias según ese ritmo puede marcar una gran diferencia.
“Entonces podemos administrar nuestros recursos energéticos mucho mejor, como un circuito constante y no como una cuenta que se vacía”.
Ella misma reconoce que experimenta una baja de energía a las dos de la tarde. En lugar de resistirse, reorganiza su día y evita reuniones importantes en ese horario. La clave está en observarse.
La trampa del perfeccionismo y la exigencia constante
Uno de los mayores obstáculos para este cambio de mirada es el perfeccionismo. “Muchos pacientes no conciben la idea de no estar siempre ‘conectados’”, señala la experta. Creen que deben rendir al máximo todo el tiempo, ignorando las señales de su cuerpo.
Para romper con esa lógica, propone herramientas simples como un diario energético. Durante dos semanas, se sugiere anotar horarios de sueño, consumo de cafeína, niveles de tensión, emociones, y actividad física. Más que un registro de datos, el objetivo es promover conciencia y atención plena.
“No se trata tanto de registrar cifras como de desarrollar una atención plena al cuerpo. ¿Cómo me siento cuando tomo café? ¿Lo hago por costumbre o por necesidad real?”, plantea.
¿Todo tiene que entrar en 24 horas?
Otro punto que aborda Darwall-Smith es la presión de aprovechar cada minuto del día. “Queremos meter todo en un solo día, pero hay que ser honestos sobre lo que realmente se puede hacer en 24 horas”, advierte.
Allí surge el concepto de “vampiros energéticos”: tareas asumidas por deber o presión social que consumen energía sin aportar bienestar. Cambiar el foco del estrés hacia la energía —explica— permite una conversación más constructiva, menos cargada de culpa.
Descanso y pausas como acto de cuidado
El descanso nocturno también se ve afectado por las tensiones acumuladas. La especialista compara al cuerpo con una botella de gaseosa agitada durante todo el día. Si solo se le quita la tapa de golpe por la noche, el resultado es explosivo: insomnio asegurado.
La solución no está en hacer grandes cambios, sino en introducir pequeñas pausas durante la jornada: respirar en un semáforo, estirarse entre reuniones, mirar por la ventana o desconectarse del celular.
“Así comenzamos a despejar espacio mental y protegemos nuestra energía”, sostiene.
Más allá de las técnicas, el mensaje es claro: reconectar con el cuerpo, aceptar sus ciclos y respetarlos. En una era que idolatra la productividad, escucharse a uno mismo puede ser un acto de resistencia —y de autocuidado.
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