El París Saint-Germain se ha consolidado como un equipo arrollador en el Mundial de Clubes, gracias a una estrategia cuidadosamente diseñada por Luis Enrique. Con una plantilla joven, rotaciones constantes, gestión personalizada del descanso y un enfoque prioritario en el bienestar mental, el equipo ha llegado a los cuartos de final como uno de los grandes favoritos.

En sus últimas presentaciones, el PSG aplastó al Inter de Miami y al Atlético de Madrid con cuatro goles en un solo tiempo, y logró una contundente victoria de 5-0 frente al Inter en la final de la Champions. Más allá del talento individual, el secreto está en su capacidad física para sostener un ritmo inalcanzable para la mayoría de sus rivales. Salvo el traspié ante Botafogo, su camino ha sido firme.

Con 62 partidos disputados esta temporada —y camino a 65 si alcanza la final del Mundial de Clubes— el desgaste era una preocupación real para el cuerpo técnico. Sin embargo, Luis Enrique implementó un plan integral desde el arranque del año, que incluyó cancelar la gira comercial por China para evitar sobrecargas innecesarias.

Una de las claves ha sido el equilibrio entre la exigencia física y el descanso mental. El entrenador, junto a su hombre de confianza Joaquín Valdés y el director deportivo Luis Campos, apostó por permitir más tiempo libre a los jugadores durante el torneo en EE.UU., dándoles libertad de pasar tiempo con sus familias, incluso durmiendo fuera del hotel si cumplían con los horarios. Además, se realizaron tests frecuentes para detectar signos de fatiga y tomar medidas preventivas, como ocurrió con Achraf y Joao Neves.

El PSG ha tenido hasta 12 futbolistas por encima de los 3.000 minutos, pero las rotaciones y la juventud del plantel —el segundo más joven de la Ligue 1— permiten una recuperación más rápida. El once titular que presentó en la final de Champions fue el más joven del siglo, con una media de 25 años y 96 días. Incluso jugadores como Bradley Barcola ya suman 70 partidos en la temporada, aunque con minutos administrados.

La fórmula de Luis Enrique combina planificación deportiva de largo plazo, ciencia aplicada al rendimiento y una mentalidad colectiva que mantiene alta la motivación, incluso tras una exigente campaña europea.