La elección del pan sí importa: experta revela por qué el pan integral es mejor que el blanco
La nutricionista Sandra Moñino explica cómo pequeños cambios en la alimentación, como el tipo de pan que consumimos, pueden marcar una gran diferencia en la salud.
La alimentación saludable ha cobrado un rol clave en la búsqueda del bienestar. Entre las preguntas más frecuentes que surgen destaca una en particular: ¿qué tipo de pan es mejor, el blanco o el integral? La nutricionista española Sandra Moñino, autora del libro Adiós a la inflamación, ha aclarado esta duda en una entrevista con la revista Women’s Health, donde expuso con argumentos científicos los beneficios del pan integral frente al blanco.
Moñino, reconocida por difundir hábitos saludables en redes sociales y medios de comunicación, subraya la importancia de elegir ingredientes de calidad en la dieta diaria. Entre ellos, el pan ocupa un lugar central debido a su alto consumo en diversas culturas. Según la especialista, la principal diferencia entre ambos tipos de pan radica en el impacto que tienen sobre los niveles de glucosa en la sangre.
“El pan blanco, al estar hecho con harinas refinadas, genera picos de glucosa que obligan al páncreas a liberar grandes cantidades de insulina”, explicó. Este proceso, detalló, puede derivar en una acumulación de grasa corporal. Por el contrario, el pan integral, elaborado con harinas de grano entero, ofrece fibra, proteínas y vitaminas que ayudan a regular la glucosa y favorecen el control del peso.
¿Qué pan elegir?
Para quienes buscan opciones más saludables, la experta recomienda el pan de trigo integral de calidad. Esta alternativa permite evitar los picos glucémicos y, además, aporta nutrientes esenciales que el pan blanco no ofrece. Sin embargo, Moñino advierte que incluso el pan integral debe ser consumido con moderación.
“Hay que tener claro que el pan, aunque sea integral, sigue siendo un cereal que aporta fibra y algunas vitaminas, pero no debe ocupar un lugar central en la dieta”, señaló. Por ello, sugiere que el pan represente como máximo el 10% de la alimentación diaria, priorizando siempre el consumo de frutas, verduras, carnes o pescados.
Recomendaciones según el estilo de vida
La cantidad de pan que se puede consumir varía según el metabolismo y el nivel de actividad física de cada persona. Aquellos que realizan ejercicio intenso pueden incorporar una mayor porción, mientras que quienes llevan una vida más sedentaria deben controlar su ingesta.
Para quienes desean reducir el pan sin renunciar a acompañamientos sabrosos, Moñino recomienda opciones como palta (aguacate) o queso de cabra. Según la experta, cambiar hábitos no significa eliminar placeres, sino transformar costumbres para lograr un equilibrio duradero.
“Lo importante es que nuestras decisiones alimenticias respondan al bienestar a largo plazo y no solo a costumbres adquiridas”, concluyó la nutricionista.
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